Libros Clásicos de la Doctrina Espirita

domingo, 5 de diciembre de 2010

REFLEXIONES SOBRE LOS MÉDIUMS. Amalia Domingo Soler

La Luz del Espíritu. 

CAPÍTULO XVII.

REFLEXIONES SOBRE LOS MÉDIUMS
Dispuestos siempre a difundir la luz entre los más pobres de inteligencia, jamás nos cansamos del estudio práctico de las investigaciones, que son las que, por medio de un escrupuloso examen, esparcen más claridad en las múltiples dudas que nos asaltan. Amamos el Espiritismo como un puro manantial de la moral más lógica que hemos conocido hasta el presente, y por lo mismo, lo estudiamos y lo observamos con afán, tanto en sus maravillosos fenómenos, como en los escollos que a cada paso se presentan.

La mediumnidad, ha sido nuestro estudio predilecto, porque la creemos uno de los fenómenos de más trascendencia; y su misma importancia, nos muestra la suma delicadeza con que debe tratársela, pues de lo contrario, se tocan amargos resultados. Generalmente sucede, que cuando se presenta una mediumnidad; sea la que fuere, causa una sorpresa extraordinaria en el individuo que la posee; si este tiene suficiente criterio para hacer de ella un buen uso, nada malo hay que temer, sino que por el contrario, la mediumnidad se desarrolla gradualmente con grandes ventajas para el médium y para todos aquellos que acuden a él en busca de un consejo, porque siempre hallarán pruebas auténticas y revelaciones maravillosas que serán un lenitivo especial a sus dudas y vicisitudes, pero si en vez de esto, y sin necesidad, se hace un uso extremado, degenera en abuso, y entonces, del abuso pasa a la obsesión; y sabido es ya los tristes  resultados de esas denominaciones, de las cuales muchos médiums son victimas a consecuencia de su propia indiscreción, ya por no querer escuchar las lógicas observaciones de personas competentes en esta clase de estudios, o ya por caer en manos inhábiles que por su insuficiencia los dirigen de un modo detestable, destruyendo con sus imprudentes consejos, la más de las veces, hermosas mediumnidades que, bajo una buena dirección, darían óptimos y razonados frutos. 

No basta ser médium, es preciso saberlo ser y comprender extensamente el valor moral que encierra.
Hemos conocido algunos médiums que tenían hermosas facultades y, al cabo de algún tiempo, las han perdido por completo. En vista de esto, preguntamos a un Espíritu que nos merece mucho crédito por sus saludables máximas y por el sumo interés que muestra en guiarnos hacia la perfección, la causa de semejante desaparición, el cual, nos dijo lo siguiente: cuando un médium tiene grandes facultades para servir de intermediario a los espíritus y llega el momento en que aquellas desaparecen, es porque existe una causa poderosa que las rechaza en absoluto; causa dimanada de la mala conducta del médium en su vida íntima, o de la exagerada credulidad de sus propias manifestaciones. En uno u otro caso, el médium, se aleja de sí y casi sin comprenderlo, de las buenas influencias, atrayendo las malas, con las cuales hace que aquellas facultades, vigorosas en un principio con el fin de que le sirvieran de sano correctivo, vayan debilitándose hasta perder toda fluidez, desapareciendo con la misma facilidad que se presentaron.


Esto sucede generalmente, con los médiums orgullosos; su vanidad, semejante al falso oropel, desaparece cuando menos lo piensan, quedando reducidas a nada las mediumnidades que poseyeron. Otros médiums, llevados de su ignorancia y usando de su mediumnidad para cosas fútiles o simplemente curiosas, son victimas de espíritus muy inferiores en el orden moral, con lo cual, acaban por no ser dueños de sí mismos; y siguen siendo médiums irrisorios que divulgan entre los espiritistas ignorantes, un sin número de absurdos, acrecientan la duda entre los incrédulos, hacen perder la fe en los novicios, y embrutecen más y más a los fanáticos, dispuestos siempre a creer todo cuanto sea emanado de los espíritus, tanto si es lógico como si no lo es.
La mediumnidad bien dirigida, es un bellísimo don que muchos de vosotros aún no sabéis apreciar como es debido. Para conservarla en toda su pureza, tenéis que mirarla con más respeto y no usarla sino para las cosas puramente útiles y necesarias; y debéis entender por útil y necesario, todo aquello que pueda reportar un bien a la humanidad. Los médiums, deben ser muy sencillos y altamente morales, para poder ser los intérpretes de espíritus superiores, con cuya asistencia, podrán difundir la luz de la verdad entre sus semejantes. Todas las mediumnidades son útiles y buenas, cuando no se abusa de ellas; pero si se las toma por pasatiempo, se pierden, o se es víctima de espíritus ligeros y burlones y que hacen perder un tiempo precioso.


Los buenos médiums, no deben prestarse jamás a preguntas frívolas ni de segunda intención, ni mucho menos para asuntos materiales; pues para estos, cada individuo de por sí debe regirse según su criterio; el médium debe concretarse a trasmitir fielmente, ya sea de palabra o por escrito, las comunicaciones que obtenga de los espíritus, siempre que comprenda que dichas comunicaciones puedan servir de útil enseñanza a la humanidad; pues de lo contrario debe desecharlas y pedir auxilio a su guía o espíritus protectores: debe alegrarse de ser intermediario de buenos espíritus, y mirar dicho don como un favor especial que le conceden para su propio progreso; pero jamás enorgullecerse de ello, porque es lo mismo que atribuirse un derecho que no le pertenece.
La misión del médium, es altamente noble y humanitaria, porque instruye y consuela; y por la misma razón, se les debe dirigir con gran acierto, al objeto de que no tropiecen con las obsesiones, que son el arma más terrible de la mediumnidad; pues un médium obsesado, es una completa nulidad para el bien, y un fatal abismo donde se estrellan los mejores y más nobles deseos de aquellos que aman la verdadera luz: en cambio, los buenos médiums, son profetas que divinizan su palabra por medio de los celestes fluidos que perciben; y son apóstoles del progreso, porque van descubriendo la filosofía del porvenir, al propio tiempo que van destruyendo las negras sombras del error y las falsas tradiciones del pasado. Los malos médiums, son espíritus atrasados que no distinguen la verdad de la mentira; pobres ciegos que caminan sin rumbo fijo, por el triste erial de sus existencias. Nosotros que, por hallarnos despojados de la carne, vemos algo más que los que os envolvéis con ella, comprendemos lo que os vale un buen médium; y cuando le hallamos, sentimos un gozo indescriptible, y velamos por él, como pudiera hacerlo una  cariñosa, le amonestamos sin cesar a que destruya sus imperfecciones y procuramos por todos los medios que están a nuestro alcance, acercarle a la perfección.


¡Oh! Si vosotros comprendierais lo que vale un buen médium seríais más cautos en las preguntas, haríais un estudio especial de todas las mediumnidades y no molestaríais a los espíritus sino para cosas útiles y serias; y si los mismos médiums supieran apreciar la bella facultad, procurarían, en todos los conceptos, ser modelos de virtud, para atraerse las buenas influencias, y de este modo, con su mismo progreso hacer progresar a los demás; entonces no veríais desaparecer las mediumnidades con la misma rapidez que se presentan.


Sed lógicos, investigad, analizad, no aseveréis la cosa hasta tener la plena convicción de que es cierta, sed humildes, fallad en justicia, dejaos conducir o aconsejar por quien sepa más que vosotros, refrenad vuestras pasiones y no os dejéis llevar del orgullo, usad la templanza como uno de los antídotos más especiales contra la intolerancia, y como estáis en posesión de estas virtudes, veréis mediumnidades asombrosas y constantes que responderán a vuestras nobles aspiraciones; pues la moralidad y la cultura, son la base principal de los buenos médiums, y fuera de esto, no hallaréis más que obsesiones que siempre os conducirán a un fin funesto.
Ante tan lógicas razones, muy poco tenemos que añadir. A cada paso, vemos médiums convertidos en instrumentos de espíritus inferiores, bien por la torcida conducta que observan, bien por el orgullo que les domina, o bien por el escaso criterio de quien los dirige; y por lo general, estos médiums, bajo una máscara hipócrita de humildad, no hacen otra cosa que sembrar la discordia en los centros, ya sean familiares o no. 

Nosotros siempre clamaremos contra los malos médiums, y sobre el abuso que muchos hacen de las mediumnidades, porque donde esto subsiste, hay discordancia de ideas, falta de criterio en los mismos médiums o quien los dirige, y una gran dosis de credulidad o fanatismo.


Amamos el Espiritismo, comprendemos algo de lo que valen los médiums, y porlo mismo quisiéramos que fueran tan lógicos y virtuosos como su alta misión lo exige.

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