Libros Clásicos de la Doctrina Espirita

viernes, 12 de agosto de 2011

LIBRO SEGUNDO. – CAPÍTULO IX INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN EL MUNDO CORPORAL

486 – ¿Se interesan los Espíritus por nuestras desdichas y prosperidades? ¿Los que nos desean el bien se afligen con los males que experimentamos durante la vida?

– Los Espíritus buenos hacen todo el bien posible y son felices con todas vuestras alegrías. Se afligen con vuestros males cuando no los soportáis con resignación; porque entonces no os producen resultado, pues venís a ser como el enfermo que rechaza la medicina amarga que debe curarlo.

 487 – ¿Cuáles de nuestros males afligen más a los Espíritus, los físicos o los morales?

– Vuestro egoísmo y vuestra dureza de corazón, pues de ahí deriva todo. Se ríen de todos esos males imaginarios que nacen del orgullo y de la ambición, y se regocijan por los que han de abreviar vuestro período de prueba.

 Sabiendo los Espíritus que la vida corporal es transitoria y que las tribulaciones que la acompañan son medios para llegar a un mejor estado, se afligen más por las causas morales que nos alejan de ellos, que por los males físicos, que son pasajeros. Los Espíritus se inquietan poco con los infortunios que sólo afectan a nuestras ideas mundanas, como nosotros con los disgustos pueriles de la infancia.
 
Los Espíritus que ven en las aflicciones de la vida un medio de progreso para nosotros, las consideran como la crisis momentánea que ha de salvar al enfermo. Compadecen nuestros sufrimientos, como nos compadecemos con los de un amigo. Pero, viendo las cosas desde un punto de vista más justo, las aprecian de otro modo que el nuestro, y mientras los buenos levantan nuestro ánimo en interés de nuestro futuro, los otros, para comprometerlo, nos excitan a la desesperación.

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