Libros Clásicos de la Doctrina Espirita

sábado, 27 de noviembre de 2010

Evolución del Alma, de eso trata el espiritismo.


 
Mensaje de los Mentores

Cuando comienza el día, nuestro primer acto debe ser: “Gracias Dios de Amor y Misericordia por darme un día  más  para esforzarme en ser mejor persona”.

Cultivar la paz dentro de nosotros es algo bien importante, así que comencemos con una pequeña meditación, una elevación de pensamiento que nos conecte al mundo espiritual, tomemos conciencia de la presencia de nuestros guías espirituales y demos  las  gracias por su compañía.

Ahora hagamos los planes para este día que comienza. ¿Qué nos proponemos hacer hoy? ¿Qué pasos debemos dar para lograrlo?, ¿estoy enfocado en el bien?, ¿mis acciones me ayudan a eliminar mis imperfecciones, a ser mejor ser humano? 

Pues mientras trabajamos para nuestra subsistencia y la de nuestra familia no debemos olvidar que estamos trabajando  para mejorarnos como seres humanos. Y esto lo vamos a lograr en la medida que en nuestras relaciones con las demás personas, sea en la familia¸ en el trabajo¸ en el mercado, en medio del tránsito, seamos capaces de expresarnos y manifestarnos acorde a las leyes morales que rigen el universo.

Nuestro mejoramiento no ocurre por el hecho de acudir a reuniones espirituales, por leer libros espirituales y por orar, estas cosas ayudan, pero nuestra transformación va a ocurrir cuando llevamos a la vida cotidiana todas esas verdades que nos parecen tan hermosas, de amor, de solidaridad, de hermandad, de tolerancia y respeto hacia los demás.

Una y otra vez debemos repetirnos: es en cada frase que decimos, en cada pensamiento que tenemos, en cada acto que realizamos, es allí donde mostramos nuestra verdadera evolución espiritual.

Por eso el auto-análisis es imprescindible para conocernos a nosotros mismos, y a continuación el propósito firme de cambiar aquellos rasgos de nuestro carácter que no están acordes con las leyes divinas. Este es el método seguro de poder avanzar y evolucionar más rápidamente en la dirección que conduce a Dios.

¿Por qué queremos cambiar a los demás si no somos capaces de cambiarnos a nosotros mismos? ¿Con que derecho  juzgamos a los demás si no nos juzgamos con sinceridad a nosotros mismos?

¡Seamos indulgentes con los demás y exigentes con nosotros mismos!

Preguntémonos cada día, ¿en qué me equivoque hoy?, ¿Qué voy a hacer mañana para cambiarlo?  Y así día a día vamos a lograr esa transformación que nos parece imposible.

Hay que olvidarse de las frases hechas:   “Yo soy así”, “el carácter no hay quien lo cambie” , “desde pequeño esos rasgos vienen conmigo”, “lo heredé de mi padre… de mi madre…”.

Nada  de  eso  es  cierto,  lo  único  cierto  es  que  nacemos  con  ciertas tendencias  unas  positivas  y  otras  negativas,  y  estas  últimas   son precisamente  las  que  vinimos  a  modificar,  de  eso  se  trata  la reencarnación, la vida.

Olvídense de que signo del zodíaco somos, que dicen los oráculos, las numerologías… todos esos pretextos que los seres humanos  nos ponemos para no esforzarnos en cambiar  y entonces amigos ¡que desperdicio de encarnación!

¡Todo se puede cambiar en nosotros, nada es imposible!, mientras más acentuado es el rasgo que nos entorpece la evolución, mayor debe ser nuestro empeño en modificarlo.

Vamos creando nuevas rutinas, los primeros tiempos tenemos que mantenernos conscientes para lograrlo, pero ya veremos como el cerebro lo va incorporando como un nuevo hábito y un día nos damos cuenta que ya no tenemos que esforzarnos para lograrlo.

¡Voluntad!, eso sí que hace falta para lograr el cambio, tesón es la herramienta con la que vamos puliendo el mármol hasta que cambie de forma.


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